Sí, en estos días yo también me encuentro en la sala de espera. Pero, estoy determinada a no pasar este tiempo gritando y pataleando. Quiero esperar de la manera correcta. No quiero desperdiciar mi espera.
Moisés era un experto esperando. Primero esperó a ser rescatado siendo un recién nacido dentro de una canasta de junco (Ex. 2:2). Quizás era muy pequeño para recordar ese momento de espera, pero sirvió de vistazo de cómo iba a ser el resto de la vida de Moisés.
Después de asesinar a un hombre, Moisés huyó de su hogar y de su familia a una tierra extranjera llamada Madián. Allí esperó por cuarenta años (Hechos 7:30). El pasó cuatro décadas en espera de que algo ocurriera o por noticias indicando que podía volver a casa a salvo. Algo sí ocurrió. Moisés se encontró con la voz de Dios en la zarza ardiente (Éxodo 3:2). ¡La espera había terminado! Tenía una misión.
Pero pronto volvió a encontrarse nuevamente en la sala de espera, por faraón que dejara ir a su pueblo. Una vez esa espera terminó, vagó por el desierto por cuarenta años junto con el pueblo de Dios esperando entrar a la Tierra Prometida. En total, Moisés pasó por lo menos ocho décadas esperando en el Señor. Murió a la edad de 120 (Dt. 34:7), lo que significa que pasó más del 60% de su vida en la sala de espera.
Observando su vida, podemos aprender lecciones sobre cómo esperar de la manera correcta.
Estar contenta
Tienes una opción. Puedes esperar con gran ansiedad, miedo, y frustración. O puedes esperar con contentamiento.
No tienes que estar feliz con la espera, pero puedes escoger el contentamiento.
1ª de Timoteo 6:6 nos recuerda, “Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento.”
Ama a tu familia de la manera correcta
Este es un plan de acción sencillo pero efectivo para esperar correctamente. Cuida a tu tribu. Ama a tus hijos y nietos. Sirve a tu esposo. No los cargues con tu corazón ansioso. Deja de retorcer tus manos y ocúpate de las personas que están en tu vida.
“Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo” (1 Ti. 5:8).
Valora los mandamientos de Dios
Todas sabemos la historia de cuando Moisés bajó con los Diez Mandamientos en las tablas de piedra solo para destrozarlos debido a la ira que experimentó por la rebelión del pueblo (Ex. 20:1-21). Moisés era apasionado por la Palabra de Dios y por vivir una vida justa. Tanto así que fue de nuevo al monte a obtener una segunda copia de los mandamientos de Dios (Ex.34:28).
No sé tú, pero a veces cuando estoy esperando en Dios siento amargura por la manera en la que Él me ha llamado a vivir. No quiero tener gozo en la sala de espera. Quiero mostrar mi enojo. No quiero confiar en El cuándo no lo puedo ver, quiero que Él se revele a Sí mismo. Francamente, a veces quiero ser la que “tire las tablas” por la frustración.
En lugar de eso, necesito ir al monte a estar con el Señor. Necesito que El me recuerde Sus prioridades. Necesito estar ocupada viviendo la vida que Él me ha llamado a vivir. La espera me recuerda que sirvo a un gran Dios quien no salta a través de los aros que he colocado para El. Debo vivir de acuerdo a Su Palabra en todo tiempo.
Mantén tus ojos en la Tierra Prometida
¿Qué te ha prometido Dios? Aunque Él no te haya liberado. Aun cuando la meta no esté a la vista, puedes confiar en Sus promesas. Moisés sabía eso y dijo estas palabras,
“Reconoce, pues, que el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos” (Dt. 7:9):
Moisés sabía lo que era esperar. El esperó por más tiempo y con más frecuencia de lo que yo he esperado, pero toda esa espera no debilitó su fe. La fortaleció. Al final, él decidió que Dios es fiel. Podemos confiar en que Él nos llevará adonde ha prometido.
Busca a Dios
Una frase que Moisés decía constantemente en el desierto era, “le preguntaré al Señor.” El verificaba constantemente con Dios para saber si se encontraban en la dirección correcta. Mientras esperas, busca a Dios a menudo. Lee Su Palabra. Examina tus deseos y tus planes a través de ella y asegúrate de ir por la dirección correcta.
“Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:33).
Disfruta el viaje
Mientras Moisés esperaba para que Dios liberara a Su pueblo hacia la Tierra Prometida, pudo ver:
Quizás Dios no esté haciendo aquello que quieres que Él haga en este momento, pero está haciendo un millón de cosas que Él ha prometido que cooperarán para tu bien (Ro. 8:28). No seas corta de vista enfocándote solamente en lo que no ha ocurrido. Amplía el lente y mira todo lo que Él ha hecho ya.
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