Por qué les cuesta a muchas familias comunicarse?
¡Cómo han cambiado los tiempos! En algunos países, los niños comienzan su educación preescolar muy pronto, a veces cuando apenas tienen dos años. Muchos padres y madres trabajan fuera de casa, y en el poco tiempo que están con sus hijos, la comunicación compite —y a menudo sale perdiendo— con la computadora, la televisión y otros aparatos electrónicos. Con frecuencia, los padres y los hijos llevan vidas separadas; prácticamente son extraños. En hogares como esos, la comunicación es casi inexistente.
Bases de una buena comunicación entre padres e hijos
Todas estas discrepancias que surgen en la convivencia se podrían resolver si nos esforzáramos en establecer una buena comunicación con nuestra pareja y con nuestros hijos. A lo mejor, nuestra pareja sólo necesita sentir apoyo transmitiéndole con gestos y la mirada que la estamos escuchando y que nos preocupa lo que le está pasando. O, simplemente, nuestro hijo necesita que le digamos lo que vale, aunque a veces las cosas no salgan como queremos.
Hay muchas formas de hacerlo. Se puede transmitir con una mirada de complicidad, se puede hacer con la palabra, compartiendo algún deporte con nuestros hijos, etc... También nos podemos comunicar silenciosamente. En ocasiones, aprender que hay situaciones donde sobran las palabras es el mayor acto de comunicación que podemos tener en nuestras relaciones humanas, generando un ambiente de confianza, respeto y empatía.
No obstante, saber qué hacer, qué decir, cómo decirlo o simplemente no decir nada, es un proceso complejo que despierta una serie de cuestiones: ¿cómo conseguimos establecer un clima de confianzacon nuestros hijos? ¿de qué manera podemos transmitir nuestro apoyo? ¿cómo puedo transmitir una opinión sin que la otra persona se sienta amenazado/a?
Como padres debemos hacer un esfuerzo para transmitir una actitud acogedora, inspirar calma y respeto a la hora de comunicarnos. Es imprescindible tratar de entender a nuestros hijos; despertar la intuición para detectar sus preocupaciones, sus necesidades y, por supuesto, saber respetar su intimidad.
No obstante, la mayoría de las veces nos dejamos llevar por las emociones, no controlamos lo que decimos y el cómo lo decimos, generando sentimientos de culpabilidad y resentimiento. Algunos errores que dificultan una comunicación en familia adecuada son:
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